

Vivencias - Pensamiento - Conocimiento
A medida que la temperatura vaya creciendo, el organismo que es Gaia pondrá en marcha los mecanismos necesarios para mantener la temperatura hasta donde sea posible. Una manera de hacer esta termoregulación es disminuyendo la proporción de CO2, de manera que se reduce el efecto invernadero y baja la temperatura. Gaia encontrará la manera de hacer esta dIsminución.Pero lógicamente, esto va a afectar a las plantas, pues precisan de CO2 para su función vital. Desaparecerán en primer lugar las que necesitan más concentración de CO2 para su función fotosintética, quedando aquellas, como musgos y líquenes, que pueden sobevivir con proporciones bajas, y evolucionarán para precisar concentraciones aún más pequeñas. Evidentemente, desaparecerán todas las especies animales que se nutren de las especies vegetales desaparecidas. Finalmente, la temperatura será tal que los océanos se evaporarán, y con temperaturasa de 60 ó
acabarán desapareciendo también.
"Apenas” quedan
tremendo, visto desde nuestra escala temporal, teniendo en cuenta que la
especie humana no lleva ni la milésima de esa duración en existencia sobre el
planeta. Pero no deja uno de sentir cierta lástima pensar que todo esto, aunque sea en un futuro tan remoto, desaparecerá un buen día. Yo me pregunto: ¿Ha de ser necesariamente así? Yo creo que no. Gaia , como siempre, intentará amoldar el paneta para su propia supervivenca, y lo hará por medio de homo sapiens. Homo Sapiens también es parte de Gaia. De hecho, homo sapiens podría ser el instrumento que Gaia se saca de la manga para escapar a su destino final.
La vida, como se dice en el mismo programa, admite varias definiciones, y ni siquierqa los expertos hoy día se pone de acuerdo exactamente sobre lo que es la vida. Yo avanzo mi propia definición. Vida es un proceso autoorganizativo (Habría que deir quizá “el” proceso autoorganizativo) capaz de hacer una inversión temporal del segundo principio de
Es necesario este replanteamiento del concepto de vida si queremos plantear cómo evolucionará la vida en el planeta, de aquí a varios cientos de m.a. Evidentemente, homo sapiens, tal y como lo conocemos, no durará mucho, dando paso a formas de creciente complejidad. El concepto de complejidad, aquí expresado, debe entenderse como la creciente potencialidad ante un entrono. Así expresado, un ser humano no es más complejo que una vaca, pongamos por caso, desde un punto de vista orgánico, bioquímico , etc. Pero debido a la peculiar interconexión de las neuronas de su cerebro, es un ser dotado de una mayor capacidad de interacción, modificación, adaptación, relación; o sea, potencialidad. Afirmo por tanto, que el ser humano sí posee un mayor grado de complejidad que el resto de los seres vivos; expresado en términos de potencialidad.
Por supuesto, es preciso que homo sapiens no se destruya en una guerra termonuclear mundial, posibilidad ésta que quizá esté disminuyendo en los tiempos que corren, aunque la tendencia podrá invertirse. También es preciso que no alteremos el planeta hasta el punto de una desestabilización que haga insostenible nuestra vida en él. Si desaparecemos como especie, aunque queden otros seres vivos en el planeta (bacterias, artropodos...) lo más seguro es que nos llevemos por delante a todas las formas de vida de complejidad elevada, pero inmediatamente inferiores a la nuestra (mamíferos, reptiles, aves.,,) y no creo que sea posible que desde formas como artrópodos o bacterias evolucionen, en ciento y algo de m.a., formas de nuevo de creciente complejidad. Pero estoy con J. Lovelock que llegado el momento, y cuando la realidad nos muestre a las claras que no hay otro remedio posible, nos pondremos a la tarea de frenar (y quizá revertir) el deterioro mediambiental , y su exponente más visible, el cambio climatico.
Siendo éste el caso (que no nos autodestruimos) ¿Qué formas de vida poblarán el planeta de aquí a muchos m.a.? El ser humano ha desentrañado por un lado, el genoma , y su completo conocimiento (mera cuestión de tiempo, y no mucho) nos abrirá las puertas de la autoevolución dirigida. Auto, porque esa evolución no será ya un proceso regulado o dictado por un factor externo (el medio y la necesaria adaptación a él), y dirigida, aunque quizá no al principio, pero sí final y necesariamante, hacia formas de más alta complejidad, según el concepto que se ha expuesto arriba.
Intuyo que esos seres vivos del mañana irán sustituyendo paulatinamente sus funciones biológicas por otras funciones cibernéticas. En el límite, lo único que podrían tener en común esos seres vivos con los actuales, es la ecuación del esquema anterior. En los cajetines de “Información”, el software irá reemplazando paulatinamente al genoma.
Pero volviendo al asunto central, la prórroga del planeta durante cientos de m.a., lo que propongo a continuación son obras de ingeniería que escapan a nuesto concepto actual. Ingeniería varios órdenes de magnitud por encima de la actual, inpensable hoy. Pero quizá posible mañana. Ingeniería creada por esos nuevos seres vivos, herederos de los actuales. Serían creadas máquinas, cuyo unica finalidad será crear otra generación de máquinas, así en una secuencia cuya generación final será las máquinas que finalmente lleven a cabo la ingeniería. Tendrán que ser auténticas máquinas pensantes, pero no
pensantes a imagen del h. sapiens, sino pensantes en otra escala. El modo de funcionamiento del cerebro humano impide proponerse metas que abarquen en el tiempo más allá de nuestra generación actual, y como mucho, la de nuestros hijos y nietos. No podemos mirar por aquellos a los que no conoceremos nunca, a los que ni siquiera podemos imaginar. Por eso, será preciso máquinas pensantes que sí puedan hacerlo.
Las máquinas de las que hablo tendrán un tamaño impensable hoy. Para montarlas, será preciso a su vez otra generación de máquinas específicas. Estamos hablando de prorrogar el final de planeta por unos cuantos
cientos de millones de años más. Semejante resultado creo que justifica
concebir cualquier proyecto, por impensable que parezca..
Vamos allá. El sol paulatinmente se irá volviendo más y más brillante. De hecho, ya a empezado a hacerlo. El brillo actual del sol es un 30% más intenso que cuando recién se formó. y con los millones de años venideros seguiá aumentando, hasta imposibilitar, como ya se ha expuesto, toda vida en la tierra.
Se me ocurre que hay una manera de salvar el planeta, y es alejarlo del sol, en una órbita de radio sucesivamente más grande.
¿Que estoy chifaldo? Veamos: Imagino la construcción y puesta en marcha de una colección de cañones gigantescos. Estos cañones tendrán un tamaño descomunal. Su extremo debe elevarse por encima de la atmósfera, al menos, por encima de las capas más densas, y calculo que deberían tener unos 20.000 mts mínimo. Para darles estabilidad, la anchura, al menos en la base, debe ser de unos 2000 mts de diámetro. Serán verticales. Su número no lo puedo determinar, pero posiblement harán falta miles de ellos, repartidos por toda la zona ecuatorial terrestre. No tendrán que estar necesariamente en el ecuador todos ellos, pero su latitud máxima serán los trópicos. Mejor cerca el ecuador. Estos cañones lanzarán materia fuera del planeta. Dado que habrá que lanzar enormes cantidades de materia, lanzarán la propia litosfera, que es el material más abundante, esto es, silicatos de aluminio y de magnesio básicamente. Los cañones sólo funcionarán durante unas pocas horas cada día, justo cuando el sol esté en lo más alto. Lanzarán materia en dirección al sol. No se me ocurre el mecanismo de lanzamiento. Posiblemente la solución pase por ionizar la materia, y luego, con gigantescos aceleradores de partículas, dispuestos en el interior del cañón, lanzarla al espacio en forma de partículas ionizadas, o sea, plasma. La velocidad de lanzamiento debe ser lo más elevada posible, y se me ocurre que como mínimo, debe ser de varias veces la velocidad de escape terrestre, que es de 11 km/seg. Los cálculos que siguen mostrarán que una velocidad adecuada de lanzamiento es del orden de 600 km/s. También se podría lanzar en estado sólido normal, pero no se me ocurre el medio de hacerlo a esa velocidad.
¿Qué se consigue con esto? Si todo el cinturon ecuatorial de la tierra está sembrado con estos cañones, que funcionan en la franja horaria que están apuntando al sol, generaremos , por principio de reacción, una fuerza
cetrífuga adicional que contrarestará la atracción gravitatoria del sol. Esta
fuerza, aplicada durante millones de años, irá alejando el planeta
paulatinamente del sol, aumenando el diámetro actual de la órbita. La cantidad
de radiación solar sobre el planeta irá disminuyendo por el aumento de
distancia a medida que el sol aumenta su radiación intrínseca, anulándose ambos efectos.
Para hacer algunos números, supongamos, como meta primaria, que duplicamos la distancia de la tierra al sol de manera que la radiacción
recibida por el planeta cae a ¼ de la actual. En ese momento, el sol podría haber cuadruplicado su potencia, y las condiciones en la tierra serían las mismas.
¿Cuanta energía es necesaria para efectuar esto? La única fuente de energía posible es el propio sol. Una gran cantidad de estaciones solares, con grandes superficies de paneles solares, recogerán la energía solar y la enviarán, transformada en haces de microondas, a las cabeceras de las torres, donde estarán los colectores. Como las cabeceras estarán fuera de la atmósfera terrestre, no habrá absorción atmosférica de energía.
Hagamos los cálculos de la energía necesaria para alcanzar esta meta primaria.
algunos datos numéricos:
Constante de gravitación universal: G = 6,67 ·10-11 (MKS)
Masa de
Masa del Sol: Ms = 2·1030 kg
Distancia media Tierra - Sol: 150·109 m.
(Para todos los cálculos que he hecho a continuación he tomado únicamente
La ecuación de órbita, que define la velocidad orbital de cualquier cuerpo alrededor del Sol, viene dada por:
Y la relación período orbital – radio orbital viene dada por: La velocidad lineal de nuestro planeta alrededor del sol es de:
VT1 = 30·103 m/s
Y si la órbita fuese doble, sería de:
VT2 = 21,1·103 m/s
La energía cinética de cualquier cuerpo es
Ec = ½ mV2
Lo que aplicado a nuestro planeta en las dos situaciones nos da:
Energía cinética actual: Ec1 = 2,69 · 1033 Julios.
Energía cinética en órbita doble: Ec1 = 1,33 · 1033 Julios.
O sea, prácticamente la mitad.
Analicemos ahora la energía potencial gravitatoria del planeta. Un cuerpo de masa m a una distancia x del sol es atraido con una fuerza
O sea, que si traemos el cuerpo desde el infinito hasta una distancia x, la energía es:
Aplicando los datos de G, masa solar, masa de la tierra y distancia, tenemos que la energía potencial actual del planeta con respecto al sol es de:
Ep1 = - 0,531 · 10 34 julios
Mientras que si estuviese en órbita doble, sería de
Ep2 = - 0,26 · 10 34 julios
Sumando para ambas situaciones (posición actual y posición en órbita doble) las energías potencial y cinética, tenemos:
Energía actual E1 = Ep1 + Ec1 = 2,69 · 1033 - 5,31 · 1033 = -2,62 · 1033 julios
Energía en órbita doble E2 = Ep2 + Ec2 = 1,33 · 1033 - 2,65 · 1033 = -1,32 · 1033 julios.
O sea, justo la mitad. Me encanta la simetría que exhibe el Universo.
Esto significa que tendremos que comunicar al planeta una energía de
DE = E2 - E1 = 1,32 · 1033 julios
para llevarlo a una órbita de radio doble.
Suponemos que realizamos esta tarea durante
· 1015 segundos. La potencia contínuamente ejercida para lograr este trabajo es de
Está claro que semejante fuente de energía sólo puede salir del propio sol.
¿Cuanta masa habrá que arrojar al espacio para conseguir esto? ¿Nos quedaremos sin planeta? La cantidad de masa arrojada dependerá de la velocidad de lanzamiento de la materia. Si suponemos que arrojamos la diezmilésima parte de la masa terrestre, o sea, m = 6 · tenemos que
Poniendo valores, la velocidad de lanzamiento de la materia será V = 2.097.000 m/s, o sea unos
El problema es que la diezmilésima parte de la masa del planeta, si suponemos su densidad homogénea (que no lo es), es la diezmilésima parte del volumen. Como el volumen de una esfera es proporcional al cubo de su radio, tendremos que
V1 = 1.0001 V2, siendo V1 y V2 los volúmenes del planeta antes y después del invento. Tenemos por tanto que
r2 - r1 =
O sea, que tengo que arrojar al espacio una capa, de la esfera de la tierra,
equivalente a
Otros problemas: ¿Qué pasa con la luna, por ejemplo? No he hecho ningún cálculo, pero supongo que al alejarse
No me reprimo, y grito como un loco. Es la conducta habitual en estos casos. El Elefante es una enorme colada estalagmítica, que ocupa la mayor parte de la sala. Es impresionante, blanca, mucho más grande de lo que me imaginaba, aunque habíamos visto una foto en una revista. Realmente su forma no recuerda un elefante, sino un volcán. Quizá le pusieron ese nombre por la textura de la superficie. En la parte baja de la colada, donde la inclinación de la superficie disminuye, se han formado gours, justo como sospechaba. La teoría se cumple. Hay que sacar fotos de todo esto; pero a la vuelta. Ahora hay que continuar la exploración.
El artículo dice que la exploración continúa por un resalte fácilmente superable. Saco la brújula y el plano, y localizo el resalte. Caray con el "resalte fácilmente superable". Me ha llevado varios minutos de contorsiones y equilibrios, y a Javier le pasa lo mismo. Continuamos hasta el talud instalado con cuerda. En efecto, se vé una cuerda anudada que cuelga por una especie de tobogán de barro. El tobogán termina hacia abajo en un pozo, así que mejor agárrate fuerte a la cuerda y no te sueltes. Sucedió algo curioso, y es que pasa primero Javier, y le veo resoplar y jadear en la cuerda anudada. Le cuesta bastante llegar arriba. Cuidado, que es duro, me dice. Me preparo para lo peor y me echo a la cuerda. Subí casi con las manos en los bolsillos, sin esfuerzo ninguno, con saca y todo. Al llegar arriba nos miramos, mutuamente sorprendidos. Parece que he nacido con habilidades insólitas para algunas cosas.
La exploración continúa, llevándonos cada vez más adentro de la montaña. Observamos gruesos mantos de caliza muy blanca, y esto nos sorprende, sobre todo a esta profundidad, pues se supone que es un karst de potencia baja, y con caliza que aparece siempre en combinación con otras rocas. Todo esto es una lección de Geología "en vivo".
Finalmente, a través de meandros y taludes de barro que descienden, llegamos al pequeño lago, esto es, al final de la cueva. Sentimos una singular emoción al haber llegado al final de la exploración, de haber alcanzado nuestro propósito. Descansamos un rato en el lago y sacamos las cámaras y los flashes. El regreso será, como siempre, más lento y meticuloso; primero, porque vamos en general hacia arriba; segundo, porque vamos haciendo fotos. Sacamos algunas en el lago, en la Galaría del Pozo Magnífico, el cual no nos dió tiempo a explorar, pues se nos hacía tarde, y sobre todo, en la sala del Elefante. El posterior descenso por el mástil no tuvo incidentes, pero se hacía muy tarde, y yo estaba cansado. Más que cansado, lo que tenía eran ganas de salir. Casi seis horas en la cueva son la explicación del fenómeno. No hice fotos en la Sala de Espera. Como Javier la tiene bastante bien documentada, ya le copiaré algunas diapositivas más adelante. Salimos de la cueva a eso de las once de la noche.
Quiero pararme en este momento, pues fué de una sigular belleza, al menos para mí. Salí al exterior y apenas lo noté, pues ya era de noche. Lo noté porque de pronto encontré un arbusto ante mí, y mi voz sonó distinta, y en el cambio en la temperatura y humedad del aire. En el exterior hacía más calor. Me puse en pié, y en un primer instante la oscuridad fué total, mucho más que en el interior de la cueva, pues la luz de mi casco no encontró en ninguna dirección superficie que iluminar, salvo a mis pies.
Muy solitarias son las montañas de El Caurel. Ni una sola luz, ni aldeas, ni carreteras, ni una baliza de torre, ni coches, ni casas, ni una hoguera. Oscuridad absoluta. Se me ocurrió pensar que habíamos dado un salto atrás en el tiempo, y salíamos en el Cuaternario. Tan sólo una debilísima franja azulada, última huella del crepúsculo, que revelaba la dentada forma de las crestas de los Ancares, en el horizonte. Tímidas estrellas empezaban a aparecer.
Y entonces, allí abajo, a mis pies, sí había luz. La pequeña aldea de Céramo tendría como media docena de luces de alumbrado público, de estas que son azuladas. La impresión era como una pequeña galaxia flotando en un cosmos infinito de terciopelo negro. Esta impresión me conmovió, y pensé en lo que debieron sentir los tripulantes del Apolo XII al ver asomar sobre la luna el planeta Tierra, como una joya azul brillando sin equiparación posible, en un cielo perfectamente negro.
La bajada por el monte, en medio de la noche, fué muy alegre. La temperatura era excelente, debía haber más de 20 grados. Yo hacía agudas reflexiones en voz alta, y rompí a cantar. Se te ha subido la cueva a la cabeza, -me dice Javier. La cueva o los caramelos, que eran de cubalibre, no sé. Al final, la luna asomó triunfante sobre la cresta de un monte. No recordaba una situación así desde la acampada que hize en Somiedo, hace ahora nueve años. Me hubiera gustado detenerme un buen rato a contemplar el valle, los montes, los árboles, el riachuelo, en una apacible noche de primavera, a la luz de la luna; pero se nos hacía tarde. En la aldea no había ni un alma (lo contrario hubiera sido sorprendente); ni un perro nos ladró. Al pie del coche, y a su luz, nos cambiamos de cualquier manera y organizamos las bolsas, si así se le puede llamar a aquel amasijo embarrado de botas de goma, cuerdas, buzos, cámaras y flashes, restos de carburo, pilas, bolsas, todo húmedo y maloliente. Dios mío, cómo va a quedar el coche, dice Javier. No importa, luego se limpia todo. ¿Donde demonios están las llaves? ¿Qué llaves? Pues las del coche. Anda que como se hayan perdido...
Así, entre bromas y veras, nos ponemos en marcha. Yo tenía un hambre que no veía. En Seoane no aguanto más. Vamos a cenar. Pero si no hay un alma, y el bar está cerrado. No importa, tenemos todo lo necesario. Paro en la salida del pueblo, en una ligera cuesta arriba y bajo una farola, de manera que el capó queda horizontal, y bien iluminado. ¿Ves la ventaja de tener un coche viejo? le digo a Javier, y extiendo el mantel y todo lo que sobró de la comida, encima del capó. Queda bastante de todo. Aún hay cerveza, pero no está fría. Son las doce y media pasadas.
Nunca en la vida una cena me supo mejor. Creo que fué la cena más alucinante de mi vida. Para mi gran sorpresa, Javier apenas probó bocado. No suelo cenar mucho, dijo, y se comió algunas almendras. Yo comí como un loco. Un Land Rover pasó por la carretera, y pude ver que sus ocupantes nos miraban con sorpresa.
La vuelta fué bastante pesada, porque se hacía tarde, yo estaba cansado y me entró algo de sueño. Eché de menos una buena lata de Coca-Cola, y en la autovía no hay aún áreas de servicio. Llegamos a Santiago a eso de las tres y pico, sin novedad. Nos despedimos con rapidez y pocas palabras. Tendremos que vernos en breve, pues uno siempre se confunde y se lleva algunas cosas del otro.
Evidentemente, cosas así no pueden hacerse todos los días. Escaquearme del trabajo unas horas no me da cargo de conciencia, pues aún así, sólo en esa semana hice muchas más horas de trabajo que las estipuladas en mi horario.
Mañana será otro día de trabajo normal, pero yo exhibiré una sonrisa relajada y cómplice. Quizá alguno se pregunte qué me pasa; yo no voy a contar nada, por supuesto. Quizá, cuando pasen semanas o meses, si alguien me pregunta qué tal la espeleo, cuente que hacia Mayo estuve en una bonita cueva de El Caurel.
Días más tarde tengo el equipo seco, limpio y ordenado, y lo guardo de nuevo en sus bolsas. Hasta cuándo, es una pregunta que no puedo contestar. Como siempre, tendré el recuerdo de las diapositivas obtenidas, y este diario, como prueba de que no fué todo un sueño.